Esta entrada esta cargada de emociones y preguntas que no he podido resolver, leo algunos papers, autores, libros y encontrando mucha razón de lo que leo, me parece tremendamente movilizador el hecho de no haber pensando en esta temática antes de ser madre.
El maternaje y traer a tu hijo a este plano es tran tremendo como gestarlo, uno no se explica esa explosión emocional y cerebral frente al significado que tiene todo esto qué pasa, te das cuenta de una realidad de muchas mujeres que han vivido este proceso desde el silencio y anonimato, y como no? Si antes de ser madre no pensé en nada de lo que estoy escribiendo ahora, no me dí por enterada y eso me remueve mucho.
Porque le tenemos tanto miedo a entregarnos a nuestros bebes? (Será un miedo compartido? Quizás estoy pensando cosas que no son. Qué creen ustedes?) No sólo en miradas o gestos, entregarnos en aspectos físicos, fusionarnos con ellos, piel con piel, dormir junto a ellos, sentirlos cerca y tener un contacto físico estrecho que uno no suele ver (o al menos en mi mente), no visualicé mucho. Puede ser por la falta de bebés en mi entorno, pero de todas maneras sentí que muchos opinaban y buscaban de alguna manera llevarme a lo que “esos otros” hicieron con sus bebés, algo que para mi no tenía sentido, yo quería a mi crío pegado a mi y así fue.
Entendí que no todos tuvimos la fortuna de sentirnos así como nos estamos sintiendo con nuestros bebes, estas opiniones no solicitadas de personas que les perturba profundamente el que uno esté más en contacto físico con nuestros hijos e hijas, (la violencia se disfraza de muchas maneras), donde se tratan de meter en tu goce y placer (si, placer, estar en contacto estrecho con nuestros bebes nos genera oxitocina y eso nos hace sentirnos bien), muchas veces uno se cuestinó el hecho de estar en contacto estrecho con su cría (y ojo que ese contacto debe ser deseado, no porque “alguien te dice” que es lo mejor, es algo que debes desear o que te haga sentido).
Entre tanta búsqueda llegue a un documento de James W. Prescott (1), donde habla que las sociedades mas pacíficas son aquellas que cuidan la infancia… Que tiene que ver esto? El cree fielmente que la privación de la caricia o tacto corporal, del contacto y del movimientos son las causas básicas de varios trastornos emocionales que incluyen comportamientos depresivos, hiperactivos, abuso de drogas, violencia y agresión.
Privar a nuestros bebes sensorialmente (de contacto, el cariño, el tomarlos, besarlos… En fin, amarlos), no sólo afectará a esa madre o padre (o principal cuidador), afectará a nivel social ya que la violencia puede originarse debido a la privación del placer somatosensorio, ya sea en la infancia o en la adolescencia.
Este Neuropiscologo (Adminsitrador científico de la salud en el Instituto nacional para la salud infantil y el desarrollo humano en Bethesda, estado de Maryland), sostiene que la más grande amenaza para la paz del mundo proviene de aquellas naciones que tienen los ambientes más pobres para sus niños y que son las más represivas en cuanto al afecto sexual y a la sexualidad femenina. Como no estar asustada de tal afirmación, si la salud mental de nuestros niños en nuestro país está siempre “al filo del peligro”, por ponerlo de manera bonita.
No nos permiten (y muchas veces no nos permitimos), estar en contacto estrecho con nuestras crías, negando lo que nuestro lado mamífero nos llama a realizar por “formas de estar o de entender el mundo moderno”. Este “no estar” incluso es parte de la falta de sostén que tienen la maternidad en nuestro país, donde los cuidados están en peligro y las madres tomando decisiones si criar o trabajar (muchas de ellas sin muchas opciones, deben dejar a sus bebes al cuidado de Salas cunas o jardines infantiles que no conocen mucho de neurociencias o psicología del desarrollo), centrándonos nuevamente en lo que nuestros bebes no necesitan y dejando de lado aquello que esperan con ansias: el contacto estrecho con otro ser humano, encontrarse en miradas y entender que ese otro está ahí, para entregar amor y placer.
(1) J.W. Prescott. El placer corporal y el origen de la violencia (Tomado del «The Bulletin of the Atomic Scientists», Noviembre 1975 págs 10-2).
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